En 1901 se colocó en el taller más importante del momento, Worth, donde trabajó para sus hijos, que pronto se deshicieron de él. Dos años después montó su propio salón de moda. Su primera clienta fue la entonces admiradísima e imitadísima actriz Réjane. Tres años más tarde Poiret era una celebridad conocida allá donde fuera y en cuyas fiestas se reunía el tout París. El motivo por el que Paul Poiret empezó esta batalla contra el corsé fue que encontraba ridículas a las mujeres de busto curvo y trasero prominente. En 1906 diseñó un traje sencillo, entallado directamente bajo los pechos y que caía recto hasta los pies.
JEANNE LANVIN (1876-1946)
Lanvin, la mayor de 11 hermanos, empezó a trabajar a los 13 años como chica de los recados; luego pasó a ser costurera y finalmente modista. A los 18 años abrió una sombrerería propia.
El amor a su pequeña hizo que Lanvin empezara a diseñar delicados vestidos en colores alegres, que se oponían de manera radical a las simples miniaturas de la ropa para adultos que llevaban los niños de la época. Así, al mismo tiempo que diseñaba su primera colección infantil, ponía la primera piedra de su casa de moda. Poco tiempo después creó una línea para chicas jóvenes y otra para mujeres, convirtiéndose en la primera diseñadora en tener en cuenta los distintos grupos de edad.
Introdujo en la moda un nuevo tema: la juventud,
pues con sus patrones sencillos e inocentes y sus colores vivos d
aba a las mujeres
de cualquier edad un aspecto femenino y rom
ántico. Sus vestidos tobilleros de tejidos vap
orosos han pasado a la historia de la moda co
mo robes de style.
MADELEINE VIONNET (1876-¿?)
Vionnet empezó suprimiendo el corsé y acortó los bajos, para disgusto de las vendedoras y de las clientas. Esto hizo que la diseñadora se diese cuenta de que tenía que abrir su propia empresa. Vionnet estudió el cuerpo femenino como un médico, para de ese modo preservar su belleza natural y obligar al vestido a adaptarse a la silueta. Hizo uso de los drapeados y del célebre corte al bies, hasta entonces solo utilizado en cuellos, nunca en un vestido entero. Utilizó tejidos sutiles, como el crespón de seda, la muselina, el terciopelo o el satén. En 1918, su proveedor, creó especialmente para ella un tejido único compuesto por seda y acetato, una de las primeras fibras sintéticas. Los colores que usaba eran clásicos, siendo su preferido el blanco en todos sus matices. Además, la diseñadora procuró no recargar excesivamente sus creaciones, utilizando como adornos bordados, rosas o nudos estilizados. Las trabajadoras de Vionnet disfrutaron de unas condiciones que la ley no impondría hasta más tarde, breves descansos, vacaciones pagadas y ayudas en caso de enfermedad. A ella y a sus generosas donaciones se debe la creación en 1986 del Musée de la Mode et du Textile en París.
Mariano Fortuny 1871- 1949
Aunque no era modisto consiguió crear el único vestido que se ha ganado un sitio en la historia: el Delfos, un traje de seda plisada inspirado en los chitones de la Antigua Grecia. Como el chitón, caía desde los hombros hasta los pies sin costuras que le dieran forma, relleno o tela recogida. Un cordondicllo de seda con pequeños adornos de cristal de Murano, ampliaba o reducía el largo de la manga a voluntad. El modelo, creado en 1907 fue calificado de inmediato por los entendidos de obra de arte. El Delfos era un vestido, que, sin mostrar nada, tampoco lo escondía y proporcionaba a la mujer la libertad de movimientos que anhelaba. Así, esta túnica se convirtió en el último grito entre las estrellas de la danza moderna, como Isadora Duncan o Martha Graham.
Su interés por las telas y los colores le llevó a trabajar con terciopelos, sedas y a experimentar con las técnicas de estampado. Su primera creación fue el chal Knossos, una túnica de corte similar a un sari confeccionada con seda estampada. Realizada en fina muselina, estaba decorada con motivos de las Cícladas. Este modelo fue usado entre otras por Mata Hari. El Delfos nació de un simple retal de seda que Fortuny consiguió plisar de forma permanente con un método secreto que todavía no ha logrado aclararse. Según algunos, se hacía a mano, sobre un tejido mojado y endurecido con clara de huevo, que daba como resultado el finísimo plisado largo y desigual característico del vestido.
Otro misterio lo constituyen los sutiles matices cromáticos de la tela. Todos estos detalles convirtieron al vestido de Fortuny en una pieza de museo.
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